Los carismas no se heredan
Abstract
El 6 de noviembre de 2005, el exdictador peruano Alberto Fujimori tomó una de las decisiones más importantes de su vida. Abordó un avión hacia Chile con la finalidad de volver al Perú. La evaluación de su propia situación fue equívoca, pensó Fujimori que volvería al país en olor a multitud y que las masas lo llevarían de nuevo a ser huésped de Palacio. Las formas, finalmente, nunca le importaron demasiado. Ese 6 de noviembre primaron la sed de poder sobre la riqueza material, la pasión sobre la razón, la temeridad sobre la seguridad. De mantenerse en Japón, a Fujimori nadie lo hubiese tocado. Por tradición, el viejo imperio jamás extradita a sus súbditos. Hoy ese hombre, que pudo disfrutar de un atardecer glamoroso, yace enfermo en el penal de Barbadillo. El poder, no el dinero, fue su perdición.
How to cite
Parodi Revoredo, D. (13 de febrero de 2019). Los carismas no se heredan. La República. Recuperado de https://larepublica.pe/politica/1412401-carismas-heredanPublisher
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- Estudios Generales [194]